La riqueza de Bolivia se extiende a sus bellezas turísticas, aunque no  sea un destino muy explorado. A comenzar por la capital:

La Paz es diferente de todo que había visto. Tuve el privilegio de llegar en bus y la ciudad, que es en un valle (a más de 3 mil metros de altitud),  se fue abriendo a mis pies, de manera increíble! Las casas parecen estar unas sobre las otras. La cordillera real, con picos enormes y nevados, rodea la ciudad. Unas rocas arenosas se interponen en medio a la ciudad, con puntas que recuerdan catedrales góticas.  Nunca andas recto en La Paz: siempre subes o bajas. Mi ciudad es así, pero allá, por la altitud  daba dos pasos y me cansaba.

El transito es una locura, para quien  no está acostumbrado. Casi no hay semáforos. Entonces en los cruces llegas a ver 5 coches, cada un queriendo ir hacia un lado y, de alguna manera, logran pasar. Pueden imaginar la locura que es para cruzar una avenida.

Pero lo más increíble es que  no  hay accidentes! Parece que la gente, ya acostumbrada, es extremadamente cuidadosa. Además, como  no se puede correr mucho en los cerros, la frenada siempre es a tiempo.

Otro destino curioso es Sucre. La ciudad es bien bonitita y puerta de entrada para el desierto de sal (comentaré en otro post). Además, cerca de ella hay lo que dicen ser huellas de dinosaurios. Una gran pared vertical con unas huellas enormes. Dicen que se quedaron fosilizadas hace millares de años y el movimiento de las placas tectónicas hizo con que ella se volviese vertical y fuera para más cerca de la superficie. La explotación de una mina llevó a su descubierta. Un interesante paseo.

A seguir algunas de las pocas (y no muy buenas) fotos de estos lugares, ya que estaba sin mi cámara fotográfica (historia para otro post).

La Paz
La Paz
Huellas de dinosaurios en Sucre, Bolivia